Archivo de junio 2012

ETERNIDAD (99 palabras)

Con su gris uniforme de cifra amorfa diríase un compendio más de rutina y obligaciones, pero algo en él me sugirió un astrónomo persiguiendo una aparición celeste cada amanecer. Siempre en el mismo lugar del andén, al abrirse la puerta del vagón miraba dentro y lo dejaba pasar. Un día esperé y lo seguí: subió al tren, directo hacia una pareja de mujeres de mediana edad, la cómplice se levantó mecánicamente para dejarle sitio junto a la otra, y ambos se zambulleron en un beso ávido. En sus mapas interiores su parada de destino se llamaba “Eternidad”.

 

Imagen: El beso enmascarado, René Magritte,  http://www.fotoblog.cl/Richifer_13th/

HISTORIAS CON INTENCIÓN: SOLÓN

Solón (muerto en 559 A.C.) ha pasado a la historia como legislador ateniense. Nacido en el seno de una familia acomodada, fue comerciante y poeta y destacó por su sentido de la justicia junto con una gran habilidad política.

Estando Atenas al borde de la guerra civil por las tensiones existentes entre los ricos terratenientes y sus siervos, un grupo de ciudadanos, en la confianza de que actuaría de modo imparcial, propuso a Solón que se hiciera cargo del gobierno de la ciudad. Los ricos consintieron porque Solón era rico y los pobres porque era honrado, y así se dio carta blanca al sabio legislador para que reformara la constitución y las leyes de Atenas. Solón no defraudó y redactó normas que, en ciertos aspectos, han sobrevivido hasta la actualidad.

Según las leyes atenienses de aquella época, si alguien incumplía sus obligaciones de pago frente a su prestamista, éste podía tomar posesión del deudor y de su familia y venderlos como esclavos para cobrarse con el precio obtenido. La crueldad de esta norma había llevado a que los pobres se organizaran en grupos para protegerse y rescatar a los que habían sido reducidos a la esclavitud como consecuencia de la usura. La primera reforma de Solón fue prohibir que se usara a cualquier persona, incluso con su consentimiento, como garantía de una obligación. Los que habían sido esclavizados fueron liberados y los que habían sido vendidos a los extranjeros regresaron a Atenas como hombres libres. También ordenó el perdón de todas las deudas pendientes y la cancelación de las hipotecas constituidas sobre la propiedad. Parece ser que el sabio ateniense no satisfizo a nadie, porque ni los ricos ni los pobres lograron todo lo que buscaban. No se produjo una completa redistribución de la riqueza, como querían los pobres, y los ricos se mostraron muy descontentos con la pérdida de las cantidades que se les debían. Sin embargo, cuando los atenienses experimentaron los buenos resultados que, con el tiempo, ofrecieron las reformas de Solón, éste volvió a ser objeto de su admiración, y así ha pasado a la historia.

La influencia ejercida por Solón sobre el convulso panorama de sus conciudadanos resulta difícil de explicar solamente desde la perspectiva de la habilidad política, y menos aún, de la técnica legislativa. La actuación del sabio concita la idea de ataraxia, esa disposición de ánimo propuesta por varias escuelas de la filosofía griega gracias a la cual, mediante la disminución de la intensidad de nuestras pasiones y deseos, alcanzamos el equilibrio emocional y la fortaleza del alma frente a la adversidad.

En su libro “Oriente y Occidente” Luis Racionero aborda la ataraxia desde una perspectiva más amplia. Parte del humanismo como la más hermosa contribución de Occidente a la cultura mundial: los hombres vivían en una relación de dependencia ante los estados totalitarios y los imperios hasta que, en Grecia, el hombre se reveló por primera vez contra esta situación. Dicha rebelión se convierte en mito a través de Prometeo, el titán que robó el fuego a los dioses para regalarlo a los hombres.  Según dicho autor:

 «De todas las maravillas que lograron los griegos, entre todas las visiones que concibieron, la más trascendente fue el humanismo: la rebelión prometeica contra la autoridad y las fuerzas ciegas (…)

Pese a los innumerables libros escritos sobre ella, la cultura griega resulta difícil de comprender; hay un elemento no racional, un estado de ánimo, un ángel indefinible en la vida griega que no se puede explicar, pese a ser lo que más la caracteriza. Una maravillosa obra de arte como la vida griega no se consigue con leyes ni tratados filosóficos, tiene que venir de un estado de ánimo que sólo puede dar una experiencia interior. (…); instantáneamente viene a la cabeza la palabra <<ataraxia>> (…) ¿Qué se oculta tras la ataraxia que hizo a los griegos, entre todos los pueblos, soñar más bellamente el sueño de la vida? Ningún libro lo ha explicado todavía, y no podrá hacerlo porque lo escrito en el frontispicio de Delfos y en la sonrisa hermética, sólo se explicaba dentro del tempo; y los templos han desaparecido, los misterios se han perdido. Las experiencias de los misterios que vivieron Platón, Píndaro, Esquilo, Praxíteles y todos los creadores de la ataraxia griega no existen ya. (…)

La ataraxia es un estado de ánimo, y por lo mismo, difícil de comunicar con palabras.(…) Era una transmisión no verbal, de mente a mente, cuerpo a cuerpo, como la sonrisa de Praxíteles. Cuando Constantino clausuró los misterios, la vida de Grecia perdió su fuerza interior, aquel poder formativo del espíritu que, según Plotino, engendra la belleza en las formas materiales.»

Resulta significativo que Racionero se refiera al reinado de Constantino como el hito que marcó la disolución de ese poder espiritual que llamamos ataraxia. Constantino fue el primer emperador romano que se convirtió al cristianismo y éste, al menos en la versión que ha llegado hasta nosotros, y que el propio Constantino se dedicó tenazmente a depurar, es una religión muy centrada en el peso del pecado, en el peso de la deuda del ser humano. Nunca he sido capaz de entender el tema de la redención, porque que a pesar de que, supuestamente, aquélla tuvo lugar por la pasión y muerte de Jesucritos, el rito se empeña en hacernos repetir machaconamente que “he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión”. Es decir, no hay nada que pueda uno hacer para librarse del pecado, no hay nada que pueda hacer para librarse de su deuda. Bajo un peso tan asfixiante, no tiene nada de particular que la fuerza espiritual, la ataraxia, se desvaneciera, o al menos entrara en hibernación esperando mejores tiempos.

De Solón a Constantino parece que la paz espiritual de Grecia se mueve al compás del peso de las deudas asumidas. Hoy en día no se trata sólo de la paz espiritual y no se trata sólo de Grecia; probablemente la supervivencia de la civilización dependa de nuestra capacidad de decidir qué deudas estemos dispuestos a asumir y cuáles no.

Escritas en 1993, estas palabras de Luis Racionero podrían ser de antes de ayer:

«Por uno de los desconcertantes avatares de la historia, esta creación sublime de la cultura griega, el humanismo, ha degenerado en el vulgar y agresivo individualismo de la época actual. Pese al intento italiano por reinterpretar el ideal griego en el hombre universal del Renacimiento, al intento español por reinterpretarlo en el individualismo quijotesco, o el intento inglés de reinterpretarlo en el individualismo romántico, la burguesía mercantil e industrial banalizó estas alternativas y acabó imponiendo el individualismo del negociante: el empresario competitivo, agresivo y utilitarista. El individualismo de la cultura europea actual es una mutilación del ideal griego; es el retrato de Dorian Grey del hombre dórico, marchitado por veinte siglos de comercio y usura. (…)

El individualismo es una opción noble y heroica si es movido por un sincero altruismo interior, ¿quién no se emociona ante las incomprendidas rarezas de don Quijote?; pero cuando es movido, como hoy día, por el ideal utilitarista de lucro, poder y egoísmo, el individualismo es repugnante. Éste es el dilema que confronta hoy a Occidente: su mejor invención ha traído consigo un ideal humano despreciable, totalmente opuesto a lo que el individualismo griego se proponía en su origen. El individualismo sólo es beneficioso cuando nace de una serenidad interior como la griega, cuando el hombre, al obrar individualmente, está escuchando dentro de sí las innumerables resonancias entre todas las cosas y con los demás hombres.»

Repito que, en mi opinión, la supervivencia de lo que entendemos como civilización está en juego. Ya no creo que sea exagerado decir que, con los intereses económicos como justificación de cualquier barbaridad, al amparo de una sedicente libertad de empresa, nos hallamos en una encrucijada similar a la que supuso el advenimiento del nazismo. Y en esta encrucijada yo espero que el próximo domingo el pueblo griego elija, no desde el miedo, sino desde la serenidad que da la fuerza interior. Entonces, a lo mejor les toca empezar a pasar miedo a otros y a ver de nuevo la luz a muchos más.  

 

Créditos:

Luis Racionero, Oriente y Occidente, Edit. Anagrama

Foto: http://www.imagenesdeposito.com/nacionalidades/17159/caras+pintadas+con+la+bandera+griega.html


Una frase:

"El tiempo es lo que impide que todo suceda de golpe."

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