Archivo de enero 2013

CARTA ABIERTA A AMNISTÍA INTERNACIONAL SOBRE LAS TASAS JUDICIALES

Os escribo como simpatizante de AI desde antiguo porque he vuelto a constatar que, salvo error mío, entre las campañas que actualmente estáis llevando a cabo no hay ninguna en relación con las polémicas tasas judiciales que han entrado en vigor recientemente.

La cuantía exorbitante de las mismas, junto con su evidente carácter recaudatorio y su configuración como un presupuesto de acceso a los tribunales, constituye una clara vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) que nos afecta a todos en el marco de la crisis económica galopante que padecemos, pero, sobre todo, a las individuos económicamente más desfavorecidos. En efecto, para cualquiera que no disponga de una posición económica mínimamente confortable, tener un «tropiezo» con una aseguradora, una gran constructora o un banco puede significar verse obligado a «contentarse» con lo que esos gigantes se dignen a ofrecerle, ya que el alto coste de las tasas judiciales hará inviable su acceso a la justicia. Eso supone, lisa y llanamente, que las tasas arrojan a la indefensión a los más humildes.

Ahora bien, la cuestión no queda ahí. La ley contempla unas cuantas exenciones a la aplicación de la tasa – por ejemplo, para los beneficiarios del derecho a justicia gratuita -, pero también exige el reconocimiento formal de tal derecho – lo que no es inmediato ni mucho menos, pues exige valorar una serie de documentos que debe aportar el justiciable –. El resultado es que, si uno no dispone del dinero para pagar la tasa ni tiene reconocido el derecho a litigar gratuitamente, simplemente no puede acceder a los tribunales de justicia de nuestro país. Lo anterior es extremadamente grave en caso de necesitar tutela judicial urgente o cuando los plazos procesales aplicables son breves, como en el caso de recursos o demandas sujetas a caducidad, ya que el transcurso de los mismos significa, sin más, perder la oportunidad de defender los propios derechos.

Pero lo que es de por sí grave puede convertirse en dramático en el caso de procedimientos de extranjería como expulsiones. Y es que, al parecer, ya se están produciendo expulsiones de inmigrantes “sin papeles” que, por supuesto, no disponen del importe de la correspondiente tasa (unos 400€) ni, aunque los tuvieran, podrían llevar a cabo su ingreso – obligatoriamente por vía  bancaria -, por carecer de NIF, ni tampoco pueden solicitar el beneficio de justicia gratuita, precisamente por no tener «papeles».

En resumen, la ley de tasas judiciales constituye un auténtico atentado contra los principios democráticos en España, cuyas consecuencias quizás ya se puedan calificar de drama humano.

Por eso, desde aquí os pido públicamente que AI inicie inmediatamente una campaña internacional de información y de recogida de firmas contra este ataque contra los Derechos Humanos que se está cometiendo en nuestro país.

Creo que sería un grave error para una organización como AI el adoptar una actitud pasiva ante un atropello de esta envergadura y permitir que la lucha contra él se lleve a cabo exclusivamente por personas que, espontáneamente, actúan movidos por su conciencia social. La consecuencia de tal actitud por vuestra parte podría ser que, una vez pasada la tormenta – la esperanza es lo último que se pierde –, os encontréis con os habéis quedado sin sitio como defensores de los Derechos Humanos.

 

Propongo que cualquiera que tenga conocimiento de un caso de indefensión por carecer de dinero para pagar la tasa judicial lo comunique, con todos los datos posibles, a Amnistía Internacional.

A VUELTAS CON LA VIDA DE PI

–      ¿Cómo puedo abrir los tres cerrojos?

 –      Es obvio, ¿no te parece? Normalmente, todo cerrojo se abre con su llave, pero en esta casa es un poco distinto. Tenemos una sola llave para los tres cerrojos. El problema es que deben abrirse simultáneamente. (…)

 –      Es que no he encontrado la llave… ¡y tampoco sabría abrir simultáneamente los tres cerrojos si la encontrase! Es imposible.

 –      ¿Y para qué diablos quieres abrir los tres cerrojos? – preguntó la voz.

 –      Pues… para abrir la puerta – balbuceó Niko -. ¿Cómo iba a hacerlo sin abrir los cerrojos? (…)

 –      ¡La puerta está abierta! Los cerrojos no te impiden pasar.

 

 La puerta de los tres cerrojos

Sonia Fernández-Vidal

Edit. Narrativa singular

 

“La vida de Pi”  (v. https://escritodesdelastripas.wordpress.com/2012/12/31/la-vida-de-pi/) es una de esas películas comerciales, tremendamente comerciales, que, sin embargo, le dejan a uno algo dentro, más allá de un rato entretenido.

Pasado el primer impacto – casi literal – de las imágenes, diseñadas pensando en su efectismo en 3D, las impresiones y las emociones que despierta la cinta, como «por cortesía de la fuerza de la gravedad», empiezan a asentarse. Entonces no es difícil reparar en que uno de las cuestiones que plantea la historia aparece revestida de la formulación inversa a la del encontronazo de Niko con las tres cerraduras: ¿cómo abrir la puerta del cielo utilizando a la vez las llaves de tres religiones? Porque el protagonista de la película adopta el hinduismo, el cristianismo y el islam a un tiempo. Nada más y nada menos.

Ahora bien, pese al distinto ropaje formal del acertijo, la respuesta bien podría ser la misma que recibe el joven protagonista de “La puerta de los tres cerrojos”: las puertas del cielo también están abiertas, porque ese mitificado lugar sólo existe realmente dentro de cada uno de nosotros. Quizás por eso, al final Pi acaba ofreciéndonos dos versiones de su historia, una mágica y la otra abyecta, que son, en el fondo, la misma; que cada uno elija el vestuario de los personajes, porque éste es sólo un disfraz que carece de importancia. Así parece confirmarlo la afirmación sentenciosa con que aquél corona su relato: “Lo que pasó, pasó. ¿Por qué tiene que significar algo?”. He de decir que esa frase me caló hasta el tuétano. Para mí, a través de ella, tras una vida de aprendizaje simbolizada por el naufragio de su antiguo mundo y su periplo en una barca de salvamento, el hindú viene a mostrarnos, no ya la suprema importancia, sino la misma divinidad del “ser” y, por lo tanto, de cada una de las criaturas que nos sabemos pertenecientes a ese reino.

No obstante, las últimas escenas, que nos presentan a Pi como estudiante del Talmud, no pueden por menos de hacernos dudar de tal entendimiento de la historia: tras su profunda revelación interior, ¿qué sentido tiene que nuestro protagonista continúe interesado en cualquiera de las religiones “oficiales”? Claro que, bien mirado, ¿por qué lo que haga uno en su vida tiene que significar algo?

CORRESPONSAL EN EL INFIERNO (I’m back!)

El otro día mi amigo Braulio (v. https://escritodesdelastripas.wordpress.com/2011/11/18/color-local/

y https://escritodesdelastripas.wordpress.com/2012/12/24/corresponsal-en-el-infierno-una-oficina-inteligente/ ) me envió otra de sus crónicas sobre su nueva oficina, que a continuación reproduzco:

¿Quién no recuerda esos grandes exponentes del cine carcelario como “Fuga de Alcatraz”, “Brubaker” o la más añeja “Papillon”? Pues bien, ya hace algún tiempo que en nuestro edificio inteligente del barrio de Las Planchas se viene desarrollando una actividad que bien hubiera merecido unos cuantos metros en cualquiera de esas cintas: en vez de paseo por el patio del penal en rueda de presos aquí, para fomentar el desarrollo físico y frenar, en lo posible, el deterioro psíquico, lo que hacemos es subir y bajar las escaleras desde el Hall a la Sexta, al menos un par de veces al día. De verdad que las gruesas “lamas” en los tragaluces de los descansillos, las zonas de acceso restringido en cuanto intentas abandonar cualquier pasillo y las cámaras de vigilancia que se atisban a través de las ventanas, encaramadas como halcones a distintos puntos de la fachada, a veces llevan a uno a dudar de si, sin saber cómo, se ha visto envuelto en un rodaje. Tal vez en cualquier instante la orden de “¡¡¡ corten !!!” nos haga dar un respingo como un trueno. Bueno, mejor que no, no vaya a ser que a continuación salga rodando la cabeza de alguien.

Mas debo corregir lo dicho en un punto fundamental: esa cotidiana dosis de ejercicio no constituye una simple “actividad”, sino que se trata de un verdadero RITO que cumple una auténtica función integradora. En efecto, la subida por las escaleras es más que un paseo, es un “iter vital” donde, cual Camino de Santiago, vamos encontrando signos permanentes a través del tiempo que nos transmiten una confortable sensación de continuidad en el cambio y que nos ayudan a integrarnos en este pequeño universo existencial que es nuestra sede de Las Planchas: así la bola de papel de plata, rodeada de astillas de madera, en la esquina del rellano de la Segunda – ¿un altar a dedicado a alguna deidad de los bosques o de la minería -; esa mancha de café en el último vuelo de las escaleras que van a la Tercera – ¿una ofrenda del estimulante líquido a cualquier espíritu antillano? -; o ese culo de botella de plástico lleno de un líquido de color oscuro y significación aún más impenetrable que parece saludar el éxito de  nuestra ascensión al llegar a la Sexta.

Eso sí, todo es mejorable: como un remedo de esas inolvidables películas que transcurren entre rejas, deberíamos hacer la subida y la bajada en fila, con las manos apoyadas en los hombros de nuestro predecesor. Este añadido al rito sin duda favorecería el sentimiento de unidad, de humanidad compartida frente a un oscuro – o, al menos, asaz gris – destino común.

Y hablando de contacto humano, se me ocurre que también deberíamos agregar a esta práctica una fórmula iniciática para los recién llegados al complejo de Las Planchas: tal y como cuentan que antaño se hacía con los novatos en la Academia Militar de Zaragoza, podríamos ponerlos a recorrer el “iter vital” tal y como vinieron al mundo de cintura para abajo, agarrando cada uno a su predecesor por las partes pudendas  – no vale la corbata – y cantando al ritmo de la marcha “plátano Baloo”. Cierto que puede sonar a bromazo cuartelero de sal gorda, pero cualquiera mínimamente avezado en las disciplinas sociológicas al punto se dará cuenta de que realmente se trata de un verdadero ritual de integración en el clan. Es cierto que las mujeres quedan excluidas, pero puedo asegurar que no se trata de una cuestión de rancia caballerosidad sexista, sino de un tema meramente anatómico. Ya pensaré algo…

Y como no hay reportaje que se precie sin un buen documento gráfico, allá va:

elefantes

Foto: http://cienciasstecnologia.blogspot.com.es/2012/02/animales-animados-el-libro-de-la-selva.html


Una frase:

"El tiempo es lo que impide que todo suceda de golpe."

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