Posts Tagged 'Corrupción'

PANDEMIA

Jean-Jaques-Rousseau (1)

<<Grocio niega que los poderes humanos se hayan establecido en beneficio de los gobernados, citando como ejemplo la esclavitud. Su constante manera de razonar es la de establecer siempre el hecho como fuente del derecho. Podría emplearse un método más consecuente o lógico, pero no más favorable a los tiranos.

Resulta, pues, dudoso, según Grocio, saber si el género humano pertenece a una centena de hombres o si esta centena de hombres pertenece al género humano. Y, según se desprende de su libro, parece inclinarse por la primera opinión. Tal era también el parecer de Hobbes. He allí, de esta suerte, la especie humana dividida en rebaños, cuyos jefes los guardan para devorarlos.

Como un pastor es de naturaleza superior a la de su rebaño, los pastores de hombres, que son sus jefes, son igualmente de naturaleza superior a sus pueblos. Así razonaba, de acuerdo con Filón, el emperador Calígula, concluyendo por analogía, que los reyes eran dioses o que los hombres bestias.

El argumento de Calígula equivale al de Hobbes y Grocio. Aristóteles, antes que ellos, había dicho también que los hombres no son naturalmente iguales, pues unos nacen para ser esclavos y otros para dominar>>.

Así razonaba Rousseau cuando trataba de definir el objeto de la investigación que iba a emprender en “El contrato social”.

<<Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación>>.

Esto afirmaba un joven presidente de la Diputación de Pontevedra, llamado Mariano Rajoy, en un artículo publicado en el diario El Faro de Vigo, allá por 1984, y creo que nadie puede negar un claro paralelismo entre lo que Rajoy defendía a finales del s. XX y lo que Rousseau combatía en el Siglo de las Luces como fuente de la tiranía.

Seguramente es injusto confrontar a cualquiera con lo que pensaba hace media vida. No sé qué opinaría ahora nuestro Presidente del Gobierno en funciones de lo que sostuvo entonces, ni me importa demasiado su postura personal al respecto, pero ya que sale a relucir la genética, no puedo evitar preguntarme si el talante del texto de Rajoy puede servir de muestra de un cierto “supremacismo” engranado en el ADN del PP como mal “sistémico” del partido, esa sombra de la personalidad que tiñe muchas comparecencias de sus líderes de un tono entre inhóspito y chulesco de: “¿Explicar yo? Yo no tengo por qué explicarle nada y, además, usted no lo iba a entender”.

Y a continuación me pregunto si en el “establecer siempre el hecho como fuente del derecho” al que alude Rousseau, tan característico de quien cree ser uno de los “elegidos”, no está precisamente el germen de esa pandemia que se ha ensañado con lo que fue el patrimonio común de todos los españoles de «buena estirpe» o no, una pandemia de nombre «corrupción».

corrupción

Para quitarme el mal sabor de boca que me han dejado estas líneas, y para no seguir mezclando licores, terminaré con un poco más de Rousseau:

Aristóteles tenía razón, sólo que tomaba el efecto por la causa. Todo hombre nacido esclavo, nace para la esclavitud, nada es más cierto. Los esclavos pierden todo, hasta el deseo de su libertad: aman la servidumbre como los compañeros de Ulises amaban su embrutecimiento. Si existen, pues, esclavos por naturaleza, es porque los ha habido contrariando sus leyes: la fuerza hizo los primeros, su vileza los ha perpetuado.

Fuentes:

El contrato social – Editado por elaleph.com

http://www.huffingtonpost.es/2014/02/25/articulo-rajoy_n_4854338.html

Imágenes:

concienciapublica.com

centrodedebate.es

POLÍTICA Y NEGOCIOS, NEGOCIOS Y POLÍTICA

images

En su artículo “El padrino y las teorías del estado y del derecho” –

https://presnolinera.wordpress.com/2015/10/15/el-padrino-y-las-teorias-del-estado-y-del-derecho/ – el Profesor Miguel Presno desentierra una cuestión de honda raigambre en la Teoría del Estado y del Derecho; las razones de “la obligatoriedad del cumplimiento de las normas que emanan de los poderes públicos y si son diferentes a las que puede dictar una organización mafiosa”. Tras referirse a diferentes aproximaciones al problema y poner de manifiesto lo inseguro de los criterios utilizados para distinguir el poder normativo del Estado del que emana, por ejemplo, de la organización criminal de la familia Corleone, recalará en un punto de vista práctico de aceptación bastante amplia hoy en día:

La clave radica en suponer que el ordenamiento estatal es válido cuando, en su conjunto, es eficaz; es decir, cuando excluye la vigencia de otro entramado jurídico. Así, podemos suponer que el ordenamiento es válido y, por tanto, es obligado cumplir sus normas cuando es efectivo (…).El conjunto del ordenamiento estatal, la “legalidad”, encuentra así su fuente de “legitimidad”; la razón por la que debe ser obedecido. Ahora bien, la trama vuelve a complicarse y nos resulta muy inquietante cuando, como ocurre en la ficción de El Padrino pero también en no pocas ocasiones en nuestra realidad, esa legalidad no está al servicio de la libertad, la igualdad, la justicia o el pluralismo, sino que puede “comprarse” con dinero o con influencias, como se refleja en la conversación entre el senador Pat Geary y Michael Corleone, donde el primero condiciona la obtención de la licencia para un casino en Las Vegas, cuyo coste es de 20.000 dólares, al pago de 250.000 dólares y el 5% de las ganancias de los hoteles que explota en el estado de Nevada la “familia Corleone”. El no va más de esta preocupante analogía lo ejemplifica el propio Michael Corleone cuando, en otra escena, sentencia: “la política y el crimen son lo mismo”. Resulta, o tendría que resultar, obvio que es una afirmación disparatada pero, y eso debería preocuparnos, parece que cada vez hay menos gente que la considere una exageración, a lo que no debe resultar ajeno el hecho de que más de un cargo público considere, parafraseando de nuevo a Michael Corleone, que el ejercicio de sus funciones “no es política, sólo negocios”.

Recojo el guante de dar entrada a la realidad social en el análisis del fenómeno jurídico para tratar de seguir un poco adelante con la reflexión del autor.

Nancy Fraser, profesora de Filosofía y Política en la New School for Social Research realizó una ponencia en un seminario celebrado en en 2012 en Berlín titulado “Rethinking Capitalist Crisis”, donde vinculaba los problemas derivados de la crisis actual con la lógica del neoliberalismo.

(en inglés y alemán)

Si atendemos a la idea expuesta a partir del minuto 7,40 de su intervención, veremos que las afirmaciones acerca de política y crimen o política y negocio que parecen perturbar a Presno, no es que a muchos ya no les parezcan disparatadas, sino que viajan a bordo de un tren de alta velocidad camino de su legitimación ideológica.

Como puede verse, Fraser halla la dinámica que denomina “mercantilización ficticia” (fictitious commodification) en la raíz de la crisis. Tal dinámica consiste en el intento de mercantilizar todos los elementos que operan como presupuestos (preconditions) de la producción de los verdaderos bienes y servicios, entregándolos a las fuerzas de unos mercados que se dicen “autoregulados”; los presupuestos citados por aquélla son la fuerza de trabajo, la naturaleza (en la que, supongo, incluye la energía) y el dinero, pero creo que podría añadirse sin dificultad el conjunto de realizaciones y logros que la sociedad en su conjunto ha ido poniendo a disposición de todos a lo largo del tiempo incluyendo, singularmente, la organización social y jurídica.

Entonces, ¿de qué extrañarse ante afirmaciones como las señaladas por Presno en su artículo? Es cierto que cada vez con mayor intensidad se viene considerando que todos y cada uno de esos elementos subyacentes que operan como presupuestos de la producción son también bienes sometidos a las reglas del mercado, es decir, que se compran y se venden. Desde esa posición ideológica (aunque muchos de quienes la sostienen piensen que ellos no tienen ideología, que ya sólo en algunos países queda ideología, y así les va…) es coherente terminar por pensar que la política, como todo lo que se compra y se vende (es decir, como “todo”), es sólo un negocio más. Que vamos por ese camino muchos lo vienen demostrando hace tiempo, no sólo desde la corrupción, en los casos más graves, sino desde la falta de empatía hacia quienes tienen menos poder; estoy seguro de que el sonoro “¡que se jodan!” o el despectivo “como si tienen que irse a Finlandia” con que nos atragantaron hace no tanto siguen sonando en los oídos de muchos.

La reacción química funciona en dos sentidos y en ambos es igual de peligrosa, porque la consideración del orden político como un producto de mercado supone la disolución de la política en los negocios, pero, a la vez, la disolución de los negocios en la política, es decir, que el gran poder económico se convierta completamente en una carta de naturaleza que permita a su minoría de poseedores decidir sobre cuanto afecta a toda la comunidad y, en última instancia, sobre el destino de los otros.

Por tanto, si ese es el camino que llevamos, pienso que nadie debe tener dudas de que no sólo nos dirigimos hacia el vaciamiento constitucional, sino de que, desde la más pulcra justificación ideológica y en nombre de la libertad de comprar y vender, acabarán quebrando el espinazo moral de nuestra sociedad, si es que aún queda algo de él. Menos mal que todo lo que no es sostenible acaba por hacerse el hara-kiri con su propia absurdez o su propia insidia.

 

Foto: vavel.com

PRIMAVERA EN LA RESIDENCIA

residencia1920

Bonita experiencia de esparcimiento, darse un paseo por la Residencia de Estudiantes durante la escueta primavera madrileña y sentir, o al menos soñar, que flotando aún queda algo de tantos talentos como en otro tiempo florecieron entre sus muros. La reconstrucción de una habitación típica de la Residencia en su época dorada y un pequeño folleto añaden unas cuantas pinceladas (o versos, o acordes, o fotogramas) sobre la historia del lugar que enriquecen la imaginación.

En el folleto puede leerse:

La influencia de la Institución (Libre de Enseñanza) fue decisiva en la definición espacial de las habitaciones, en las que tuvo un relevante papel la búsqueda de una buena ventilación, un correcto soleamiento o una adecuada iluminación; también en la revalorización del arte popular como un signo de refinamiento y distinción que se puso de manifiesto en la utilización (…) de piezas artesanales, como la cerámica de Talavera, de tejidos y estampados procedentes de diversas regiones, como los paños de Lagartera, o de otros elementos y objetos populares.

Algunos de los elementos que pueden verse en la habitación pertenecen al patrimonio de la propia Residencia de Estudiantes y de las Institución Libre de Enseñanza (…). Otros son reproducciones fabricadas para la ocasión (…).

Todos ellos proponen con una clara voluntad armónica e integradora un ambiente de sobriedad no exento de confort, ajustándose al modelo heredado de la Institución. Unas pautas que son producto de un significado más profundo.

Bonita experiencia sería ver surgir de las próximas elecciones generales un significado más profundo de España que el que ha sido capaz de extraerle hasta el momento el bipartidismo; una España regenerada con una buena ventilación, un correcto soleamiento, una adecuada iluminación, una revalorización de lo creativo y una clara voluntad armónica e integradora en un ambiente de sobriedad no exento de confort o, al menos, de unas prestaciones públicas correctamente gestionadas que garanticen una atención digna a las necesidades básicas de todas las personas.

Fotos:

http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/content.jsp?guid=%7BBA88C6AE-05FC-4E69-9A24-904CB8A4098B%7D

http://www.iesamoreno.es/gh-informacion/2230-el-universo-de-la-institucion-libre-de-ensenanza-hasta-1936-mapa-conceptual.html

HISTORIAS CON INTENCIÓN: EL HÁBITO DE TOMAR LOS HÁBITOS

Dicen que hay personas que son demasiado inteligentes para llegar a entender nada de verdad. Quizás sea porque para entender no sólo hay que aprender, sino también aprehender, y esto último únicamente lo da la vida.

Tal vez una forma de entender quiénes somos actualmente sea revivir la historia de España. Un primer paso podría ser visitar la casa de Lope de Vega y cerrar los ojos unos instantes mientras escuchamos la amena didáctica de la guía, o hacerlo en el patio, aislado de su entorno urbano como por un campo de energía misterioso, mientras imaginamos el olor del estiércol y el cacareo de las gallinas en lo que entonces eran tierras de cultivo a las puertas de la Corte – http://www.rutasconhistoria.es/loc/casa-museo-lope-de-vega -.

Casa-Lope-de-Vega

El visitante que aguce los oídos podrá percibir las resonancias ambigüas de la inscripción que preside la puerta de acceso: “PARVA PROPIA MAGNA MAGNA ALIENA PARVA” y luego irá descubriendo por qué la vivienda de Lope era una de esas llamadas “casas de malicia” (no se trata, ni mucho menos, de lo que parece), la razón de que las camas de la época fueran tan pequeñas o cómo se graduaban las “vitrocerámicas” de aquel entonces. A través de estos pequeños detallas, la Historia nos irá revelando su significado y, como veremos, también nos irá despojando de nuestras propias máscaras.

Una de las reflexiones sugeridas al visitante se refiere al tardío sacerdocio de Lope. Como es sabido, Lope tuvo una vida tumultuosa y, en muchos momentos, dura y triste. Su poesía de madurez no deja dudas sobre el anhelo de paz espiritual que llegó a embargar al escritor, ni sobre su sentido fervor religioso  – http://blogs.periodistadigital.com/nidopoesia.php/2010/09/16/p279058 -, pero, ¿hubo alguna otra razón que empujara a Lope a tomar los hábitos?

lope-de-vega

A lo largo de su vida el Fénix de los Ingenios fue procesado por amancebamiento y, despechado por uno de sus grandes amores, también por libelo, lo que le costó varios años de exilio. Puede decirse que no salió demasiado mal parado, para como las gastaban entonces.

Su ardor hacia las mujeres no pareció disminuir con los años y hay quien sostiene que hizo buena esa afirmación de Quevedo al final del Buscón, de que quien cambia de lugar, pero no de costumbres, no puede esperar mudar de fortuna (cito de memoria). El hecho es que parece que llegó un momento en que Lope había concitado las iras de demasiados maridos burlados y de nuevo tenía mucho que temer. Esto pudo ser, cuando menos, un poderoso motivo adicional para buscar en los hábitos un buen escudo frente a la justicia.

En favor de esta afirmación se encuentran otros casos bien conocidos, como el del duque de Lerma, conforme atestigua aquélla coplilla popular que aún muchos recuerdan:

El mayor ladrón de España, para no morir ahorcado, se vistió de colorado.

Lerma

No fue, en este caso, la pasión de la carne la que dominó a D. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, sino la del poder y el dinero. El que llegara a ser Grande de España y valido real trabajó a conciencia para lograr sus objetivos. Puso todo su empeño en ganarse la confianza del futuro rey Felipe III desde que éste era joven, y el heredero de la corona del Rey Prudente, una vez llegado al trono, cometió el desatino de permitir que D. Francisco se convirtiera primero en su sombra y finalmente en su valido.

A lo largo de su meteórica carrera, el intrigante noble tejió una red de clientes, familiares y amigos, encabezada por Don Rodrigo Calderón, entre los que distribuyó los puestos más importantes de la corte. Dicha red reportaría al duque fabulosos beneficios económicos a costa de esquilmar las arcas públicas. Con un empeño digno de mejor causa, este arribista luchó por mantener contra viento y marea la confianza del rey, rodeándolo de una auténtica “alambrada” que bloqueaba el acceso a su persona a cualquiera que pudiera oponerse a los intereses del valido, e incluso fue capaz de convencer al monarca para que trasladara la Corte a Valladolid, en un intento de alejarlo de influencias inconvenientes para sus propósitos.

Pero parece que es ley de la Historia el que cualquier poder toca a su fin cuando la extensión de los intereses que ha conquistado supera su capacidad para defenderlos, y las andanzas del duque de Lerma vinieron a dar testimonio, una vez más, del carácter inexorable de esa norma. Hubo un momento en que el hedor de sus negocios se hizo tan insoportable que nada ni nadie pudo esconderlo por más tiempo, y el que fue valido del Rey Felipe III hubo de tomar el capelo cardenalicio para no verse sometido a un proceso judicial en el que, sin duda, lo habría librado muy mal. De hecho, se refugió en el alto clero justo a tiempo para ver cómo su antiguo colaborador, D.  Rodrigo Calderón, era ejecutado en la Plaza Mayor – http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/5612.htm; http://blogs.elconfidencial.com/economia/apuntes-enerconomia/2011/12/15/la-corrupcion-del-duque-de-lerma-una-historia-actual-6402 -.

Creo que no hace falta tener poderes extrasensoriales para darse cuenta de que los fantasmas de nuestro Siglo de Oro, como salidos de una novela –  https://escritodesdelastripas.wordpress.com/2014/07/04/tuerto-maldito-y-enamorado/ -,  siguen campando por sus respetos en la España de hoy, aunque muchos no les presten oídos y, quienes sí lo hacen, frecuentemente lo paguen al precio de la desilusión. Como dice uno de los personajes del Capitán Alatriste, ser Español y lúcido es verse abocado a la amargura (cito de memoria de “Limpieza de sangre”).

Es verdad que hoy, para protegerse de la justicia, uno ya no toma los hábitos, sino que procura arrimarse a alguien que pueda conseguirle la condición de aforado. Pero esto, por desgracia, sólo significa que la forma del hectoplasma fantasmal ha cambiado, no que su “ADN” sea distinto.

 

LA CORRUPCIÓN Y SUS RIESGOS

 

prima riesgo

 

Era un día tan frío, tan frío que hasta los abogados tenían las manos metidas en sus propios bolsillos.

Era un escándalo de corrupción tan apestoso, tan apestoso que hasta el Presidente del Gobierno dejó de escrutar la macroeconomía con aire de suficiencia y, con gesto robótico, se tapó la nariz un instante con su pañuelo de seda delante del Congreso.

Eso sí, un vistazo al histórico basta para constatar que, por mucho hedor que emane de las alturas, nuestra prima de riesgo no sube ni un ápice. Creo que las razones no son difíciles de entender: nuestros acreedores no corren realmente ningún riesgo.

Ya en agosto de 2011 el PSOE (entonces en el Gobierno) y el PP volvieron al hemiciclo como alma que lleva el diablo, con las toallas de playa aún enrolladas a la cintura, para aprobar una modificación de la Constitución que sometía el déficit público español a los dictados de la Unión Europea y, entre otras cosas, hacía decir al artículo 135.2 de nuestra Carta Magna:

“3. El Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por ley para emitir deuda pública o contraer crédito.

Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta. Estos créditos no podrán ser objeto de enmienda o modificación, mientras se ajusten a las condiciones de la ley de emisión”

En la práctica, eso significa que nuestros prestamistas cobrarán la deuda soberana “con prioridad absoluta” y que, si hay que quitar de alguna parte, será de la carne de los ciudadanos (v. “El Mercader de Venecia”). Esa deuda, como es bien, conocido, se genera en gran parte porque los bancos a los que se “inyecta” dinero público a precio de amigo lo utilizan para prestárselo al Estado a interés de mercado.

Por lo tanto, los acreedores de este maltrecho país saben que, no importa cuánto dinero se vaya por las cloacas de la política, ellos van a cobrar sí o sí. También saben que los españolitos vamos a aguantar lo que nos echen, porque a veces nos ponemos farrucos, pero en el fondo somos segadores que madrugan mucho la víspera, gallardos toreros de tendido de sombra, fieros entrenadores de pantalla de plasma. Sí, y también revolucionarios de Internet.

Entre tanto, el empleo es cada vez más precario, las prestaciones sociales más raquíticas y el mercado del lujo hace su agosto, porque el número de millonarios crece con un vigor envidiable (v. informe de Oxfam Internacional en http://www.oxfam.org/es/informes/iguales-acabemos-con-la-desigualdad-extrema).

La verdad es que la posición de los grandes financiadores y sus consecuencias para la mayoría de los ciudadanos de tantos países permite cuestionarse si en este momento histórico es válido el principio de que la búsqueda del propio interés individual, regulada a través del mercado, conduce al mayor nivel de bienestar común que es posible alcanzar. A mí me parece que no, pero es que quizás falta algo en la ecuación, y ese algo es la responsabilidad.

Es cierto que “nos han robado por encima de nuestras posibilidades”. Tampoco puede negarse que, con todos los matices que se quiera, “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. El despilfarro de recursos públicos ha sido patético y gran cantidad de ciudadanos de a pie han creído poder colarse en el guion de “El Gran Gatsby” gracias a los años de despendole crediticio. ¿Quién salía a protestar a la calle cuando un salario medio, convenientemente “apalancado”, permitía vivir en un chalet y tener aparcado un coche de alta gama en el garaje, cuando las tarjetas de crédito se repartían como panfletos publicitarios o cuando hasta una tostadora se podía financiar en cómodos plazos?

Ahora bien, vamos a imaginar que Juan Nadie acude a su médico de cabecera y logra convencerlo de que le recete un medicamento que su cuerpo no puede tolerar. O, peor aún, que es el médico quien insiste a Juan en que vaya a su consulta para prescribirle el “bálsamo de Fierabrás” porque el laboratorio fabricante le da comisión. En un caso así, ¿de quién es la culpa si esa medicina mata al Sr. Nadie? ¿Quién está desempeñando una actividad lucrativa? ¿A quién le son exigibles los conocimientos técnicos necesarios  para llevarla a cabo? ¿Quién está obligado por el correspondiente deber de diligencia profesional? Evidentemente, el facultativo.

Por lo tanto, en la primera hipótesis – paciente persuasivo que logra que el Doctor le receta su pasaporte al otro mundo -, no creo que cupiera atribuir a la víctima  más de un 25% de responsabilidad en su propio deceso. En el segundo caso – médico que actúa movido por tal afán de lucro que hace dejación de sus más elementales deberes de diligencia profesional -, parece claro que la culpa sería enteramente del galeno. Pues creo que lo mismo puede decirse de las entidades financieras y la orgía de crédito que en sus tiempos celebraron en medio de una buena borrachera de ladrillo. A aquéllas, como profesionales y primeros beneficiarios de su propia actividad, era a quienes correspondía analizar cuidadosamente todas las circunstancias de la economía y de la persona concreta y valorar las posibilidades razonables de devolver lo prestado que tenía cada cual. Pero no fue así, y nos dimos cuenta tarde de que estábamos viviendo una orgía caníbal en la que tan sólo éramos el menú.

Frente a esto, ¿cuál fue la reacción de los que entonces gobernaban y de los que ahora lo hacen? No fue, por seguir con el paralelismo, pedirles cuentas a los responsables de las “mortíferas recetas financieras” que habían extendido por doquier. Fue reformar “a escape” – nunca mejor aplicado – la Constitución para dar a aquéllos garantías de cobro a lomos del país. Si España fuera una empresa (ya tenemos marca y todo), sus gestores serían muy probablemente acusados de administración desleal, primero, por haber permitido que se llegara a donde se llegó, y segundo, por no haber plantado cara a los marrulleros acreedores de la “compañía”.

No sé cómo denominar al poder financiero que ha terminado  por afectar profundamente a las vidas de todos, pero, desde luego, no “mercado”. La libertad propia del mercado, como cualquier otra – aceptaremos de forma puramente convencional que la libertad se puede “compartimentar” -, sólo puede basarse en la buena fe y en la asunción del riesgo que supone decidir buscando ser competitivos, es decir, en la responsabilidad por lo que uno hace. Bien tristemente, en el caso que nos afecta, con respecto a la buena fe sobran – o se quedan cortas –  las palabras; el riesgo únicamente lo soportamos “los sospechosos habituales” (v. “Casablanca”); la responsabilidad es “del maestro armero” y la competitividad de la “marca España” no es más que un programa de entrenamiento en “flexibilidad”, para que podamos plegarnos todavía un poco más ante nuestros prestamistas.

Las políticas económicas actuales – no sólo en España – me recuerdan al planteamiento filosófico del Dr. Pangloss en el Cándido de Voltaire. Según el grotesco personaje, de las desgracias individuales nace el bien común. Por lo tanto, cuanto más se extienden las desgracias individuales, mayor es el bien común. Y aún hay quien “cacarea” de sus supuestos éxitos ante esos “mercados”.

 

Foto «El País»


Una frase:

"El tiempo es lo que impide que todo suceda de golpe."

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