El «golpe» que aparece en el minuto 00,32 de este episodio del programa «José Mota Presenta»
me recordó a un pasaje del Capítulo XXII de la primera parte de El Quijote, «De la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no querían ir»:
«Llegó, en esto, la cadena de los galeotes, y don Quijote, con muy corteses razones, pidió a los que iban en su guarda fuesen servidos de informalle y decille la causa, o causas, por que llevan aquella gente de aquella manera.
Una de las guardas de a caballo respondió que eran galeotes, gente de Su Majestad que iba a galeras, y que no había más que decir, ni él tenía más que saber.
-Con todo eso -replicó don Quijote-, querría saber de cada uno dellos en particular la causa de su desgracia.
Añadió a éstas otras tales y tan comedidas razones, para moverlos a que dijesen lo que deseaba, que la otra guarda de a caballo le dijo: -Aunque llevamos aquí el registro y la fe de las sentencias de cada uno destos malaventurados, no es tiempo éste de detenerles a sacarlas ni a leellas; vuestra merced llegue y se lo pregunte a ellos mesmos, que ellos lo dirán si quisieren, que sí querrán, porque es gente que recibe gusto de hacer y decir bellaquerías.
Con esta licencia, que don Quijote se tomara aunque no se la dieran, se llegó a la cadena, y al primero le preguntó que por qué pecados iba de tan mala guisa. Él le respondió que por enamorado iba de aquella manera.
-¿Por eso no más? -replicó don Quijote-. Pues, si por enamorados echan a galeras, días ha que pudiera yo estar bogando en ellas.
-No son los amores como los que vuestra merced piensa -dijo el galeote-; que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar, atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente que, a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mi voluntad».
Yo no sé si El Quijote es una especie de Big Bang literario, que todo lo que sucede en el universo de la creatividad «discursiva» acaba señalando hacia él. De lo que sí estoy convencido es de que es uno de esos libros lo suficientemente grandes como para poder hacerse, a la vez, tan pequeños como uno quiera y seguir inspirando, desde una tesis doctoral a una parodia televisiva, cuatro siglos después de ver la luz.
Vayan estas líneas como pequeño homenaje a Miguel de Cervantes, un autor que siempre creí insufrible y que ha resultado ser sorprendentemente «amigable», y a ti también, profe: te ha costado cuarenta años, pero has terminado por salirte con la tuya.
Fuente: spanisharts.com
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