Archivo de May 2020

TERRITORIO COMANCHE (EDITADO)

Sigo vagando por un paraje hosco y estéril en la sola compañía de este hombre extraño. Siempre parece estar totalmente inmerso en su propia realidad, como si fuese por el mundo con la cabeza dentro de una pecera. Pero algo indefinible me dice que él es muy peligroso, que súbitamente podría tomar conciencia de mi presencia, caer sobre mí y acabar conmigo como si fuera un insecto sin que yo supiera ni por qué.

No tenemos un idioma común. A veces saca un móvil de sus ropas y habla con alguien que supongo tan ajeno a mi mundo como él. Al principio trataba de descifrar su lenguaje buscando pistas que me ayudaran a hacerme entender, pero me convencí de que era algo así como intentar traducir un mensaje que viniera grabado en un meteorito, así que ya hace tiempo que he desistido.

Hablo de “tiempo” por pura convención. No sé qué hago en este desierto ni cuánto días, meses o años llevo en compañía de este hombre. Sin embargo, parece que, de algún modo, todo esto ha llegado a adquirir algo que se parece aceptablemente al sentido; será la fuerza de la costumbre. Supongo que si me pusiera a hacerme preguntas me invadiría la  perplejidad e incluso la zozobra, pero entonces igual perdería fuelle y no podría seguirle el paso a quienquiera que sea este personaje y entonces, ¿qué? No, no, me he jurado que no voy a hacerme más preguntas…

Si tengo hambre o sed me dirijo a él por señas o trato de imitar la palabra que pronuncia cuando me ofrece algo que satisface mis necesidades. Cuando necesito descansar hago ademán de sentarme. A veces me hace caso y a veces me ignora; no sé si me entiende o no. Imagino que esto es un poco como jugar a las tragaperras; dado que lo que ocurre cuando echas una moneda es completamente impredecible, si pierdes lo único que te queda es volver a probar suerte echando otra. Ya he renunciado a cualquier aprendizaje.

No sé si soy yo quien lo acompaña, si es él quien me guía o si, simplemente, soy objeto de un secuestro. A veces pienso en empezar a caminar en otra dirección con toda naturalidad delante de sus narices y tratar de salir de aquí por mi cuenta, pero no puedo hacerlo; tengo esa certeza absoluta y misteriosa propia de los sueños de que no puedo hacerlo, porque, por algún motivo, no hay duda de que él es el dueño de la situación.

Tras unas horas de descanso comienza una nueva jornada y, aunque sea por escuchar un lenguaje familiar, como cada mañana, cuando lo veo por primera vez levanto la cabeza de lo que estoy haciendo y lo saludo en mi idioma: “buenos días, Sr. Jareño”.

En fin, ya estamos a jueves y el viernes se sale a las dos. ¡Qué maravilla! ¡¡Ya no queda nada para el finde…!!

 

EL FALSIFICADOR (relato en 99 palabras)

 

Como no puedo hablar se me ha permitido conocer mi vida anterior. Fui falsificador de pinturas de artistas famosos y me hice rico engañando a muchísimas personas. Yo era un maestro del color y podía imitar la pincelada de cualquiera.

Ahora pago mi deuda kármica repasando obsesivamente los trazos sin genio que otros dibujaron, recorriendo una y mil veces líneas paralelas, secantes o tangentes sobre un enorme lienzo con arrugas, sin poder añadir nada al cuadro anodino que componen.

En esta reencarnación soy un tren de Cercanías atrapado en la red ferroviaria de la Comunidad de Madrid.

 

Este relato lo tenía preparado para el XIV certamen de relato breve «El tren y el viaje en Cercanías» que, en circunstancias normales, tendría que haberse celebrado entre mayo y junio, como cada año. No ha podido ser, así que aquí te lo dejo, amable lector.

Imagen: Wassily Kandinsky – El comedor de Kandinsky en 1909

 

MILLA DE ORO

Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.

 

Antonio Machado

 

Queridos revoltosos de la Milla de Oro,

Al enterarme de vuestras andanzas vespertinas en pro de la libertad sentí un cabreo descomunal, apoteósico, hercúleo, homérico.

Pensé en el drama que han vivido muchos durante los últimos meses, en el esfuerzo sobrehumano de otros, los que, al límite de sus fuerzas o incluso más allá, han estado luchando contra el Covid en hospitales atestados, en todos los que hemos tratado de poner nuestro modesto granito de arena obedeciendo las normas a rajatabla para no empeorar las cosas y a los que, con vuestra actitud, ahora nos estáis llamando gilipollas, en las personas que vienen a limpiaros vuestras casas desde barrios obreros y tendrán que tragarse y llevar a sus familias el cus-cus de gérmenes que estáis montando, porque resulta que ahora entre los Borjamaris y las Cayetanas se debe de haber vuelto muy “chic” eso de jugar a revolucionarios de opereta enarbolando palos de golf en la vía pública junto con “papuchi” y “mamuchi”.

¡¡¡Palos de golf!!! Más que el hecho de tratarse de una manifestación no autorizada que atenta contra la salud pública en la que, para más inri, exhibís masivamente instrumentos de un alto potencial lesivo, me jodío, sí, que éstos fueran precisamente palos de golf en lugar de garrotas de alcornoque.Y resulta que, a lo mejor, incluso es mentira que hayáis hecho un uso generalizado de tan lúdico y refinado instrumento para expresar vuestro furor y vuestras ansias de libertad, pero el hecho es que eso me jodió y mucho. Entonces pensé que ojalá la policía os barriera de las calles a palos y os embutieran a hostia limpia en furgones policiales para transportaros como ganado a los calabozos, ¡¡¡a ver si ahí os encontrabais a gusto o preferíais el confinamiento en vuestras moradas de marquesones!!!

Pero, en cuanto semejante idea se me pasó por la cabeza, se me encendieron todas las luces rojas y empezó a sonar un sonido de alarma taladrante en mi conciencia. ¿No era eso precisamente lo que antaño quería la “gente de orden” para los rojazos de melena y trenca que empezaban a ponerse respondones frente a la dictadura Franquista? Y empecé a rebobinar: en el Barrio de Salamanca no solamente viven Borjamari y Cayetana, también viven la Sra. Sagrario y el Sr. Modesto, ancianos que ocupan un piso de renta antigua y que comen todos los meses de una pensión como la de tantos. Pero, es más, ¿y qué si Borjamari y Cayetana viven en un piso de 500m2 y su papuchi y su mamuchi tienen tanta pasta que se le sale por debajo de la puerta? ¿Es que eso hace de ellos seres infrahumanos? ¿Y qué si practican el golf o la equitación? ¿Es que eso los hace de peor condición moral que quienes tienen problemas para llegar a fin de mes y bajan al parque a jugar a la petanca? ¿Es que es más deshonroso ser “pijo” que ser “choni” o “hípster”, lo que quiera que sea cualquiera de esas cosas?

Y mi conclusión fue que sí, que, mal que nos pese a algunos, casi todos llevamos un fascista (o un estalinista o un nazi, me da igual) dentro, cubierto de una fina capa de barniz, empezando por mí. Y que eso no es malo ni bueno, sino que depende del uso que hagamos de ello. Decía Erich Fromm que si él no tuviera algo de Adolf Eichmann no podría llegar a entender como persona al criminal nazi. Es decir, que nuestras propias “sombras” nos pueden servir de detector para tomar conciencia de la presencia de “La Sombra” que siempre planea sobre la Humanidad cuando ésta se acerca más de la cuenta (y lo hace periódicamente) y así tratar de guardarnos de ella.

También pensé en la fragilidad de nuestros sentimientos de empatía y de nuestra disposición a la sociabilidad cuando nos tocan aquello con lo que nos identificamos como individuos, sean nuestras posesiones, nuestras costumbres o nuestras ideas.

Y, finalmente, pensé que, siendo nuestras tendencias individualistas tan abrumadoras de por sí, cuando algunos machaconamente tratan de excitarlas hasta convertir el individualismo en pura arrogancia y desprecio por lo que nuestra posición debe a otros, es porque algún interés muy fuerte los mueve a gastar tiempo y recursos en esa actividad proselitista. O sea, que ahí hay gato encerrado y que ciertas maneras de entender el individualismo no son más que una de las muchas formas que adopta el aborregamiento.

En fin, revoltosos de la Milla de Oro, que sólo deseo que se os aplique la ley con humanidad y con proporcionalidad, entre otras cosas porque tengo un motivo de agradecimiento con todos vosotros. Y es que, sin saberlo me habéis prestado un gran servicio: me habéis ayudado (creo) a crecer un poco más.


Una frase:

"El tiempo es lo que impide que todo suceda de golpe."

ESTADÍSTICAS

  • 37.840 visitas

Archivos

Categorías

Escribe tu dirección de correo electrónico para suscribirte a este blog, y recibir notificaciones de nuevos mensajes por correo.

Únete a otros 34 suscriptores